Ese miércoles el profesor Lluch volvía a casa después de sus clases en la universidad. Los terroristas le esperaban agazapados en el garaje. Eran dos integrantes del Comando Barcelona de ETA. También fueron dos los tiros en la cabeza que le ocasionaron la muerte. Una hora y media después un vecino descubría su cuerpo.

Se cumplen 25 años del asesinato del economista, profesor, político e impulsor de la universalización de la atención sanitaria, a través de la Ley General de Sanidad, como ministro del ramo. Fue en el año 86, poco antes de que Ernest Lluch se retirase de la primera línea de la política para regresar a la docencia.

De origen catalán, defensor de la educación y la sanidad pública, Lluch defendió el diálogo como instrumento para conseguir el respeto a los derechos humanos y la pacificación en Euskadi.

Lluch señaló “el indigno inicio” del pecado original de ETA

Miembro de la organización pacifista vasca Elkarri, meses antes de su asesinato el político publicó un artículo teorizando sobre quién fue la primera víctima de ETA. En su opinión, se trató de María Begoña Urroz. Una niña de 18 meses que murió abrasada por una bomba en 1960.

“Indigno inicio en el pecado original de ETA”, concluía el texto de Lluch. Según el fiscal de la Audiencia Nacional este artículo pudo ser determinante para que los terroristas decidieran asesinarle.

Un académico que luchó por lo público

Lluch inició su actividad política como activista antifranquista en la Universidad de Barcelona, donde se doctoró y fue nombrado catedrático de Historia de Doctrinas Económicas. También ocupó la cátedra de Economía en la Universidad de Valencia. Su último cargo fue rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander.

En las primeras elecciones democráticas, en el 77, fue elegido diputado del Congreso por el PSC. Repitió en los comicios de 1978 y 1982. Ese año Felipe González le nombró ministro de Sanidad y Consumo, cargo que ocupó durante una legislatura.

Después volvió a su actividad académica en Barcelona y fue rector del citado centro cántabro. Desde allí, cuando podía, viajaba a San Sebastián. De origen catalán, Lluch mantuvo un fuerte vínculo con Euskadi, que en algunos artículos describió como “mi querida tierra vasca”.

Un legado de diálogo y convivencia

Ernest Lluch fue un hombre de paz. Un intelectual que apoyó firmemente lo público y cuyo legado es una hoja de ruta para la convivencia.

Defendió el diálogo ante cualquier conflicto, incluso frente al terrorismo que acabó con su vida. Y anheló el fin de la violencia de ETA. “No cejaré hasta que el nacionalismo democrático vasco entre a formar parte del bloque constitucional a través de la fórmula de los derechos históricos o de cualquier otro tipo de negociación”, sostuvo.

Un año y medio antes de su asesinato, durante la primera tregua de ETA, participó en un acto del candidato socialista a la alcaldía de San Sebastián, Odón Elorza, que miembros de la izquierda abertzale intentaron impedir. “Qué alegría llegar a esta plaza y ver que los que ahora gritan antes mataban y ahora no matan. ¡Qué alegría! No saben que han cambiado las cosas, no saben que ha llegado la libertad y la democracia a este país, no se enteran. ¡Gritad más, que gritáis poco! ¡Gritad, porque mientras gritéis no mataréis!”, exclamó ese día.

El año de su asesinato, ETA mató a otras 22 personas. Entre ellos Fernando Buesa, Juan María Jaúregui, Joxe Mari Korta, José Luis López de la Calle, Luis Portero García… Todos ellos referentes sociales como políticos, académicos, empresarios o periodistas.

Respuesta ciudadana

Su asesinato contó con el rechazo mayoritario de la sociedad española, que cristalizó en una manifestación de repulsa en Barcelona dos días del suceso, con cerca de un millón de personas.

“Estoy convencida de que Ernest, hasta con la persona que le mató, hubiera intentado dialogar. Ustedes que pueden, dialoguen, por favor”, dijo ese día nuestra compañera la periodista de RTVE Gemma Nierga. Un emocionante discurso ante miles de personas entre ellas el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, el de la Generalitat, Jordi Pujol y el jefe de la oposición y secretario de general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero.

“El fin de ETA me facilitó mucho el duelo”

Su hija, Rosa Lluch, reconoce que “el desmantelamiento de ETA me facilitó mucho el duelo. Me facilitó pensar: ‘Nadie volverá a sufrir esto. Nadie volverá a tener este dolor“. Realmente el fin de ETA fue un bálsamo“, ha dicho en una entrevista de Europa Press con motivo del 25 aniversario de su padre.

Ha añadido que algunos responsables políticos deben ser conscientes de esto, y que mediante sus posicionamientos, “a lo mejor por acción, o por omisión”, no permiten hacer el duelo. “Cada vez que te sacan el nombre de tu padre para dañar a otro partido, no te están permitiendo hacer un duelo. Si pensaran en las víctimas de verdad actuarían de manera diferente”, ha valorado.

Ha afirmado que el camino recorrido estas dos décadas y media en el País Vasco debe valorarse de forma absolutamente positiva: “Antes había una gente que mataba y ahora no. Antes había una gente que secuestraba y ahora no”. “Quien me diga que esto no es mejor, lo siento, pero no lo entiendo”.

Y ha añadido que el éxito del fin del terrorismo fue posible gracias a “mucha gente y de muchos años de trabajo, y de una sociedad —la vasca—, que dijo basta”.



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By Steve

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