Miguel Ángel Rodríguez nunca fue notario y hace unos 40 años que dejó de ser un periodista clásico de información. Es otra cosa. Rodríguez, la marca MAR para el mundo de la política y los medios, arguyó ante el Tribunal Supremo, en el juicio que acaba de condenar al Fiscal General del Estado por el caso de Alberto González Amador, el novio de la presidenta madrileña, que en su intervención nuclear en ese asunto con la difusión de mensajes falsos o mutilados para ganar el relato en favor de la pareja de su jefa él “no tenía el apoyo de ninguna fuente”. La fuente hace décadas que es MAR. Primero para modelar la llegada de José María Aznar a La Moncloa. Ahora para asesorar a Ayuso en su duelo a muerte contra Pedro Sánchez que tiene opacado a Alberto Núñez Feijóo. A Amador le escribió tras la sentencia: “Felicidades, les has destrozado”.
“No tiene límites, puestos a ser malos, es el número uno”, reconoce con cierto punto de admiración una de las víctimas más relevantes de Miguel Ángel Rodríguez dentro del PP. Y lo razona para enfatizar que ahora, después de varios lustros de ostracismo tras abandonar a Aznar, dedicarse a la asesoría y la producción audiovisual privada y antes de coger el testigo con una Ayuso aún muy novata, Rodríguez se ha refinado más y tiene más peligro: “Antes tenía un filtro que era Aznar y su equipo, que no le habrían pasado cosas que ahora hace. El personaje, ahora, no tiene nadie encima que le pare”.
Una de las personas que trabajó más años con Rodríguez en el PP lo explica de otra manera para ensalzar la cara b de sus méritos profesionales: “Es un gran creativo, tiene muchas ideas, muchas buenas y otras que son un horror, y mucho coraje para llevarlas y presentarlas ante sus jefes, pero otras veces se pasa de frenada. Él mismo se ha hecho un personaje”.
Rodríguez lleva ahora con Ayuso seis años, desde que la ayudó en la primera campaña para llegar al poder en la Comunidad de Madrid, pero no se le nota de retirada. Quiere más combate. Con Aznar, entre Valladolid, la Junta de Castilla y León y la presidencia nacional del PP, llegó a permanecer una década, pero solo aguantó dos años en La Moncloa. Él sostiene que aquella exposición, en la que exigió estar en los Consejos de Ministros pese a que solo era secretario de Estado de Comunicación, le desgastó demasiado, que tenía que hacer ruedas de prensa, aparecer en los medios en primer plano, dar entrevistas… A Rodríguez lo que le apasiona es asesorar en la sombra y ejercer no como un titiritero sino como Toni Nadal, el tío de Rafa: “Se puede enseñar o mejorar el saque o el revés, pero la que se expone en la pista de Roland Garros o en la Asamblea es Ayuso”.
En el caso actual de Alberto González Amador, del que se ha convertido en amigo y admirador, la relación le llegó en dos fases. Primero, en plena postcovid, una fecha entre 2020 y 2021, cuando una serie de directivos del grupo Quirón le pidieron audiencia para presentarle un estudio sanitario. Rodríguez sostiene que los derivó a la Consejería de Sanidad porque el tema no era de su competencia. En ese interín, sin precisar la fecha, Amador y Ayuso se hacen pareja y el jefe de gabinete de la presidenta madrileña estrecha esos contactos y empieza a valorar su nivel ejecutivo internacional.
En esos meses, en lo peor de la pandemia, Maxwell Cremona, la empresa de Alberto González, facturó 1.009.527,02 euros a la compañía FCS Select Products S. L., una organización con sede en Barcelona y contactos en China que empezó a importar mascarillas pese a dedicarse al sector de las bebidas energéticas. Esa factura forma parte de la denuncia contra el empresario por presuntamente defraudar 350.951 euros en los ejercicios fiscales de 2020 y 2021. En agosto de 2020 se añadió otra factura de un millón de euros, lo que se correspondería con una comisión que disparó sus ingresos a unos dos millones.
La empresa de González Amador multiplicó por seis las ventas de material sanitario y Maxwell Cremona pasó de ingresar 357.773 euros en 2019 a 2,3 millones en 2020 y 1,3 millones en 2021. En esos años el principal cliente de esa firma fue Quirón Salud, que incrementó exponencialmente los negocios con la Comunidad de Madrid.
En el entorno de la presidenta madrileña, que desde el inicio de este proceso tributario y judicial ha defendido a su novio hasta el final incluso en la sede del Gobierno regional, retratan a Amador como “un ejecutivo encantador y agradable” que hace años ganaba más que el presidente del Gobierno. La comparación siempre es con Sánchez.
Rodríguez, lo ha confesado, se tomó como una afrenta los ataques a su jefa por los negocios de su novio y le acogió en su defensa. Hasta el punto de no entender ni aceptar algunas de las gestiones que ha hecho en este tiempo su primer abogado, como la de la aceptación clave del pacto de conformidad con la Fiscalía cuando envió el 2 de febrero de 2024 un documento de ocho páginas donde admitía que su cliente cometió dos delitos fiscales y detallaba la sanción a la que se comprometía para evitar la prisión.
Fuentes próximas a Rodríguez aseguran que él no sabía de la existencia de ese mail del abogado Carlos Neira proponiendo el pacto cuando la noche del 13 de marzo distribuyó a una lista de periodistas un mensaje en el que desmentía una información de La Sexta que a su vez rebatía una información falsa de El Mundo que aseguraba: “La Fiscalía ofrece un pacto al novio de Ayuso por dos delitos fiscales”. Rodríguez fue más allá y llegó a esgrimir, en esos mensajes, que el pacto se había frenado por órdenes de arriba, en alusión a alguna intervención de la cúpula del Gobierno.
El superasesor de Ayuso ha justificado que esa noche actuó como un acto reflejo sin contactar con el abogado de su jefa hasta que al día siguiente, cuando comprobó que varios medios contaban la versión real y cierta con la oferta del pacto inicial del propio letrado, le llamó y le preguntó si esa información era cierta. En el entorno de Rodríguez defienden que si lo hubiera sabido habría emitido una nota de prensa titulada: “El abogado de Amador arranca un pacto de la Fiscalía”. No fue así.
Amador, en su comparecencia ante el Supremo, se reservó como golpe de efecto final un alegato en el que mirando al Fiscal General del Estado le acusó de haberle destrozado la vida. En el equipo de la presidenta madrileña afirman que Rodríguez no preparó esa escena, que le salió a Amador espontáneamente. Rodríguez, eso sí, tras el avance del fallo de la sentencia condenatoria contra Álvaro García Ortiz, escribió a Amador, que estaba de viaje: “Felicidades, les has destrozado”. Amador contestó: “jeje, ya hablaremos”.
