Si me preguntas, uno de esos destinos en la Costa del Sol que siempre recomiendo sin pensarlo es Fuengirola. Imagínate un lugar donde casi todo el año el sol te acaricia la piel, donde el mar y la historia se funden en cada calle, y donde la mezcla de culturas y sabores te abraza desde el primer momento.
Más que solo una ciudad de playa, Fuengirola es un trocito de esencia andaluza con un toque cosmopolita que se nota en su gente, su ambiente y su vida vibrante.
Quiero contarte por qué este sitio me parece tan especial, y cómo, aunque Miguel Herrán —ese actor que seguro conoces por “La Casa de Papel” o “A cambio de nada” — se fue pronto a Madrid, su relación con la Costa del Sol refleja muy bien el carácter de este lugar.
Un lugar con historia de mil colores
Lo que más me atrapa de Fuengirola es que su historia se siente viva. Sus orígenes se hunden en tiempos fenicios y romanos, pero para mí, lo que realmente define su alma es el Castillo Sohail.
Esa fortaleza árabe, imponente y restaurada, es testigo silencioso de siglos de historias de resistencia y mezcla cultural. Fue un punto estratégico clave en la Edad Media que ahora, además, acoge conciertos y eventos culturales con unas vistas al Mediterráneo que son simplemente espectaculares.

El castillo de Sohail en Fuengirola.
Mientras caminas por sus plazas y calles, no cuesta imaginarse el cruce de culturas que aquí tuvo lugar: comerciantes, navegantes y gentes de mil rincones que dejaron una huella de apertura en la manera de ser de sus habitantes.
Esa hospitalidad y ese espíritu acogedor es lo que a mí más me gusta y lo que hace que uno se sienta como en casa desde el minuto uno.
Qué ver y hacer para vivir Fuengirola al máximo
Si tuviera que señalarte por dónde empezar, sin duda elegiría el Castillo Sohail. Subir hasta ahí es un regalo visual que no te puedes perder, y si tienes la suerte de coincidir con algún concierto o evento, la experiencia gana aún más vida.
Bajando hacia el mar, el paseo marítimo es una joya para perderse, una leyenda viva donde quieres sentarte a ver el atardecer, tomar un café en las terrazas que bordean la playa y dejar que las horas pasen sin prisa.
Para mí, otra parada obligada es el casco antiguo. Sus casas blancas, sus calles acogedoras y la Plaza de la Constitución —ese auténtico latido de Fuengirola— donde siempre hay mercados o alguna fiesta popular, te hacen sentir la esencia local en estado puro. Aquí el ambiente es relajado y cercano, ideal para descubrir tiendas pequeñas, bares tradicionales y rincones con mucho encanto.
Gastronomía: el sabor de la Costa del Sol en cada bocado
Si hay algo que siempre recomiendo reservar con tiempo para disfrutar en Fuengirola es la gastronomía. No me canso de decir que el “pescaíto frito” es el rey: boquerones, calamares, adobos, todo crujiente y recién hecho, mejor aún acompañado de una caña bien tirada en un buen chiringuito frente al mar.


Y si me preguntas por mi placer culpable, confesarte que tengo debilidad por los espetos de sardinas: esas sardinas ensartadas en cañas y asadas a fuego de leña con ese sabor inconfundible, para mí, son la esencia del Mediterráneo.
Para los más aventureros en la mesa, un consejo: prueben el ajoblanco, esa refrescante sopa fría de almendra y ajo, o las coquinas salteadas con ajo y vino —un disfrute auténtico.
Y para cerrar dulce, las tortas de Fuengirola y los roscos de vino no pueden faltar, porque cuentan con ese punto tradicional y casero que se siente en cada bocado y rematan cualquier menú con un gusto especial.
Tradiciones y festividades que llenan el alma
Una de las cosas que valoro mucho cuando viajo es vivir la cultura local, y en Fuengirola eso se nota especialmente en sus fiestas.
La Feria del Rosario, que se celebra en octubre, es un espectáculo de colores, fiesta y alegría con sus sevillanas, caballos y trajes de flamenca que transforman la ciudad en una gran fiesta popular.
Y no puedo olvidar la Semana Santa, que aquí se vive con una pasión impresionante, una experiencia que recomiendo sin dudar a quienes quieren entender el sentir local.
Además, las romerías y verbenas de los distintos barrios ofrecen esa cara más íntima y auténtica del municipio, con encuentros de vecindad, música y tradición que ponen el broche ideal para sumergirse en la verdadera esencia de Fuengirola.
Playas, deporte y vida activa para todos los gustos
Si eres de los que prefieren la acción y las actividades, Fuengirola te lo pone fácil. Sus ocho kilómetros de playas de arena fina y aguas templadas tienen todos los servicios que puedas necesitar y son completamente accesibles.
Y para los fans del deporte náutico, el puerto deportivo es un centro lleno de opciones: paddle surf, vela, excursiones en barco… Nunca te vas a aburrir.
La combinación de tradición y cosmopolitismo es algo que aquí vive en perfecta armonía, con festivales internacionales, una comunidad extranjera muy activa y eventos culturales que mantienen la ciudad siempre en movimiento. Desde mi experiencia, pocos destinos ofrecen esa mezcla genuina que atrapa a turistas nacionales e internacionales.
Dónde dormir para completar la experiencia
En cuanto a alojamientos, te puedo decir que Fuengirola tiene para todos los gustos y presupuestos. Me gusta recomendar hoteles boutique como el Occidental Fuengirola, que ofrece ese equilibrio perfecto entre diseño moderno y vistas impresionantes al mar.
Para quienes prefieren algo más familiar y con servicios accesibles, el Hotel Angela o el Ilunion Fuengirola en primera línea de playa son opciones que conozco bien y valoro mucho por su calidad y trato.
Si buscas algo más íntimo y cercano, las casas rurales y apartamentos turísticos también son una excelente alternativa para sentirse parte del día a día local. Y para quienes quieren mimarse, no faltan resorts con spa y piscinas panorámicas ideales para relajarse.
