El rumor constante de las olas, el olor a espetos recién asados y el contraste entre el azul intenso del mar y el verde de la sierra son las primeras imágenes que recibe el viajero al llegar a Fuengirola.
En pleno corazón de la Costa del Sol, esta ciudad malagueña combina la vitalidad de un destino de playa con la calma de un pueblo que aún conserva rincones llenos de sabor andaluz. No es casualidad que miles de visitantes la elijan cada año para descansar, pasear sin prisas y descubrir una mezcla de cultura, naturaleza y tradición marinera.
Pasear por sus calles estrechas y luminosas significa asomarse a un mosaico urbano donde conviven comercios familiares, plazas animadas y tabernas que huelen a mar. Todo ello bajo la mirada del Castillo Sohail, símbolo histórico que recuerda su pasado musulmán y que hoy se ha reconvertido en escenario cultural. La vida late en cada esquina, tanto en su mercado como en su paseo marítimo, y basta con detenerse en cualquier terraza para entender por qué aquí el tiempo parece fluir de otra manera.
La orografía de Fuengirola regala una ventaja única: mientras su costa despliega más de siete kilómetros de playas urbanas, a solo unos minutos se alza la Sierra de Mijas, con senderos que invitan a cambiar las chanclas por las botas de montaña. Esa proximidad entre mar y montaña, unida al clima templado durante todo el año, multiplica las opciones para quienes buscan un viaje variado en apenas dos días.
En definitiva, Fuengirola se presenta como un destino en el que en tan solo 48 horas es posible pasear por un casco antiguo lleno de vida, relajarse en la arena frente al Mediterráneo, adentrarse en la sierra para respirar aire puro y descubrir espacios culturales que sorprenden al visitante. Una escapada que condensa lo mejor de la Costa del Sol en un recorrido compacto, variado y lleno de estímulos.
Día 1 – Mañana: casco antiguo y sabor marinero
La jornada arranca en la playa de Los Boliches, uno de los arenales más emblemáticos. Su origen marinero todavía se percibe en el entramado de calles que desembocan en la arena, y su ambiente familiar lo hace muy concurrido durante todo el año.
La playa de San Francisco, situada junto al centro urbano, es otra parada recomendable. Es uno de los puntos más animados del litoral, con acceso directo desde el Paseo Marítimo y una atmósfera muy viva.

Playa de San Francisco.
Para quienes prefieran un entorno algo más relajado, Carvajal, en el extremo oriental, ofrece un horizonte amplio y cierta sensación de recogimiento, pese a estar completamente integrado en la ciudad. Sus aguas tranquilas la convierten en una opción atractiva para quienes buscan un día de baño y paseo más sosegado.
El puerto deportivo concentra buena parte de la actividad náutica de Fuengirola. Desde allí se organizan salidas en barco, deportes acuáticos y paseos por la dársena, rodeada de bares y terrazas. Es un enclave perfecto para combinar mar y ambiente urbano.

Playa de Las Gaviotas.
La ventaja de Fuengirola es que todas estas playas están unidas por el paseo marítimo, lo que permite enlazarlas sin necesidad de transporte. Así, la mañana puede convertirse en un recorrido a pie frente al mar, alternando baño, descanso y actividad según lo que apetezca en cada momento.
Comida: Los Marinos José, el mejor templo del producto en la ciudad

Carabineros a la brasa. ©Los Marinos José.
No es barato, pero será una de las mejores comidas que puedas hacer en España. Los Marinos José se ha erigido como uno de los mejores restaurantes de pescado no ya de Málaga o Andalucía, sino de España y Europa, al punto de estar siempre en las primeras posiciones de la clasificación OAD.
Un lujo regentado por una misma familia que ha ido evolucionando un clásico de cocina marinera hacia un restaurante con todas las de la ley en el que la calidad y frescura del marisco y del pescado está a la misma altura que el buen trabajo con él que hacen, respetando puntos y cocciones.

Pescados y mariscos del día en Los Marinos José.
Restaurante de homenaje en el que las dos generaciones de la familia Sánchez López conviven en un lugar en el que cigalas, quisquillas, ortiguillas, gamba blanca, besugos, salmonetes, bogavantes, langostas, rapes, meros… y todo lo que imagines que viene de las costas españolas, florece.
Día 1 – Tarde: playas y paseo marítimo
El centro histórico se articula en torno a la plaza de la Constitución, presidida por la iglesia del Rosario. Allí se concentran terrazas, comercios y un ambiente animado, perfecto para sumergirse en la vida local.

Plaza de la Constitución. ©Turismo de Fuengirola.
Desde esta plaza parten algunas de las calles más transitadas, como la calle España o la avenida de Mijas, que reúnen tiendas, cafeterías y heladerías. Pasear por ellas es una manera sencilla de conectar con el pulso cotidiano de la ciudad.
El barrio de Los Boliches ofrece otro tipo de recorrido, con huellas de su pasado pesquero todavía presentes en el mercado municipal y en las casas bajas que resisten junto a construcciones modernas. Su entramado de calles estrechas recuerda el origen humilde de la localidad antes de la llegada del turismo.

Plaza Teresa Zabell. ©Turismo de Fuengirola.
El Parque del Sol se presenta como una isla verde en el centro urbano. Sus senderos sombreados, áreas de juegos y espacios de descanso lo convierten en un lugar ideal para detenerse y desconectar entre visita y visita.
La tarde puede culminar en la plaza de España o en el puerto deportivo. Ambos espacios, diferentes en carácter pero igualmente representativos, permiten acabar la jornada observando cómo se mezcla la vida local con el continuo trasiego de visitantes.
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Cena: tapas y barras
Como tantas otras ciudades andaluzas, Fuengirola mantiene el pulso gastronómico con una suculenta colección de bares y barras en las que no solo habita el turista sino, sobre todo, el malagueño.
Charolais Tapas es uno de esos iconos que, con más de 30 años de experiencia, ha diversificado la oferta del ‘hermano Charolais‘ y aquí se especializa en tapas de acento andaluz, buenos vinos por copas y un ticket medio más que aseado en plena Calle Larga.

Tartar de aguacate y salmón. ©Charolais Tapas.
Otra parada imprescindible es El Laberinto, regentado por el chef rondeño Baltasar Díaz, que tras formarse en alta cocina –estuvo, incluso, de jefe de cocina con Martín Berasategui– puso rumbo al sur para montar este gastrobar salsero y original, donde combina producto local y algunas creaciones más modernas, en un ambiente muy simpático en el centro de Fuengirola.

Chipirón a la plancha y encurtidos. ©El Laberinto Fuengirola.
También, aunque el nombre nos traslade a otras latitudes, el Tabanko El Callejón es otro referente para comer bien de tapas y raciones en Fuengirola, bajo ese aspecto de tabanco jerezano con detalles de toro se erige un restaurante con buen jamón y buenos ibéricos, pescados del día y marisqueo, perfecto para comer o cenar.

Quisquillas de Motril. ©Tabanko El Callejón.
Día 2 – Mañana: senderismo y turismo activo
El segundo día en Fuengirola comienza con un itinerario cultural que combina naturaleza, historia y espacios expositivos. En pleno centro se encuentra el Bioparc Fuengirola, un zoológico de nueva generación donde los visitantes recorren pasarelas entre frondosa vegetación, cascadas y escenarios que reproducen selvas tropicales y sabanas africanas. La visita está concebida como una experiencia inmersiva, en la que es posible ver animales en recintos que simulan su hábitat natural.

Flamencos en el Bioparc Fuengirola.
A escasos pasos, el Museo de la Ciudad ofrece una lectura histórica de Fuengirola a través de piezas romanas halladas en la zona, fotografías antiguas y objetos que narran el cambio de un pequeño pueblo pesquero a la ciudad turística que es hoy. Su recorrido resulta breve pero esclarecedor para quienes deseen entender el proceso de transformación local.

Antiguas termas romanas Finca Del Secretario. ©Turismo de Fuengirola.
Otra parada interesante es la Finca del Secretario, un yacimiento romano situado en Los Boliches. En este enclave se conservan restos de unas termas y una factoría de salazones, testimonio del pasado romano de la costa malagueña. Además, en su entorno hay un pequeño centro de interpretación que explica la importancia económica de la actividad pesquera en aquella época.
Desde el centro histórico se puede dirigir la ruta hacia el sur, hasta llegar al castillo de Sohail. Situado sobre una colina, su silueta domina la desembocadura del río Fuengirola. Sus murallas, torres y pasadizos interiores están abiertos a la visita, y desde lo alto se obtiene una panorámica de toda la línea costera, con la Sierra de Mijas al fondo. El castillo es también escenario de conciertos y festivales, lo que le da una doble identidad: monumento histórico y espacio cultural contemporáneo.

Panorámica desde el Castillo Sohail. ©Turismo de Fuengirola.
A los pies de la fortaleza, el Parque Fluvial se extiende junto al río. Dispone de senderos para caminar, carriles bici y áreas de descanso bajo arboledas, lo que lo convierte en un espacio perfecto para completar la visita cultural con un paseo en plena naturaleza. Entre el río y el mar, este parque ofrece una visión distinta de la ciudad, más calmada y vinculada al entorno natural.
Comida: Los Marinos Paco

Los Marinos Paco.
¿Otro Los Marinos? Sí, otro. Este sencillo caos es fácil de entender. José y Paco Sánchez son hermanos y pusieron en marcha un chiringuito en la playa del Carvajal. Años más tarde, con el éxito del negocio decidieron abrir un restaurante en conjunto que luego dividirían y ahora, con la versión de Los Marinos Paco, recomendamos otro perfil de establecimiento.

Espetos. ©Los Marinos Paco.
Más asequible, con buen producto y frente a la playa de Carvajal, Los Marinos Paco es una excelente freiduría y un buen restaurante donde disfrutar por un ticket medio que rara vez supera los 40 euros, en un ambiente de chiringuito ilustrado, que merece mucho la pena.

Pescado y marisco del día. ©Los Marinos Paco.
Entre sus clásicos, los espetos de sardinas, los pescados a la sal y al horno, y los mariscos –tanto a la plancha como cocidos– en otro restaurante que no debes perder de vista.
Día 2 – Tarde: turismo cultural
La última tarde en Fuengirola está dedicada a recorrer de punta a punta el Paseo Marítimo Rey de España, que bordea la costa con más de siete kilómetros de longitud. Este recorrido es una auténtica columna vertebral de la ciudad, y cada tramo tiene su propio carácter.

Línea de costa de Fuengirola. ©Turismo de Fuengirola.
En el extremo occidental, el paseo arranca en el entorno del castillo de Sohail. Desde aquí se observa la desembocadura del río y el contraste entre la fortaleza medieval y el mar. Es una zona amplia, perfecta para comenzar el recorrido con calma, contemplando cómo la arena se funde con la silueta del castillo.
Más adelante, el itinerario llega a la playa de Santa Amalia, muy próxima al centro urbano. Aquí se concentran bares y terrazas frente al mar, y se respira un ambiente animado. Desde este tramo, la vista hacia el puerto deportivo marca el siguiente hito del paseo.

Playa de Los Boliches – Las Gaviotas. ©Turismo de Fuengirola.
El puerto deportivo es uno de los puntos neurálgicos de la vida marítima de Fuengirola. Embarcaciones de recreo, restaurantes y locales de ocio convierten esta zona en un punto siempre concurrido. El paseo marítimo lo bordea y permite continuar hacia la playa de San Francisco, donde se combina el bullicio de los bañistas con el trasiego de quienes van y vienen del centro histórico.
Hacia el este se alcanza la playa de Los Boliches, probablemente la más representativa de la ciudad. Aquí el ambiente es cosmopolita, con turistas y vecinos compartiendo terrazas, bares y paseos junto a la arena. Es también la zona donde más se perciben las huellas del antiguo barrio pesquero, cuyas calles desembocan directamente en el paseo marítimo.

Puerto deportivo. ©Turismo de Fuengirola.
Siguiendo la línea costera, el recorrido lleva hasta la playa de Las Gaviotas, más amplia y con un aire algo más tranquilo, pese a estar igualmente urbanizada. Aquí el paseo se ensancha, con tramos perfectos para descansar en bancos frente al mar o detenerse en alguna heladería.
El itinerario culmina en la playa de Carvajal, en el límite con Benalmádena. Este extremo oriental del paseo ofrece un ambiente más sereno y familiar. La amplitud del horizonte y la menor densidad de locales permiten disfrutar del mar en estado más puro, con la sensación de haber recorrido toda la costa de la ciudad de un extremo al otro.
Cena: sencillez y buen comer
En La Abacería de David, muy cerca del Bioparc, aparece una apuesta sincera, sabrosa y donde comer por treinta euros es más que factible en un restaurante que alterna raciones y carta en un horario generoso donde no faltan emblemas andaluces como gazpachos, salmorejos y rabo de toro, pero tampoco croquetas, albóndigas y tortillas. Un sitio perfecto para comer bien que no suele salir en las guías y que merece la pena tener en cuenta.

Arroz en La Carihuela Chica.
Más sofisticado, pero también muy recomendable, aunque el español no sea de cenar arroces es aprovechar el paseo marítimo y acercarse a La Carihuela Chica, un restaurante-arrocería que además de bordar paellas y otra decena de recetas, también tiene buenos pescados –tanto plancha como al horno– y es perfecto si aprovechamos el recorrido de la playa de Los Boliches.
Imágenes | Turismo de Fuengirola
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